ALICANTE, ESPAÑA – Pocas horas después de la derrota electoral del centroizquierda registrada el pasado domingo, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció su dimisión y la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
Por lo tanto, las elecciones previstas inicialmente para diciembre se adelantarán al 23 de julio. Y la coalición de centro-derecha se prepara para ganarlo todo.
Pero, antes de analizar los escenarios futuros, volvamos al domingo.
En un libro escrito junto con el periodista Aitor Riveiro, el exvicepresidente español Pablo Iglesias valida sin duda las (que la prensa alineada llamaría) teorías conspirativas, destacando en varios pasajes los límites de la política respecto de las potencias nacionales y transnacionales.
Refiriéndose a los opositores a Podemos, movimiento de izquierda del que fue fundador en 2014 y secretario hasta 2021, habla reiteradamente de la existencia e influencia en la política del “Estado Profundo”, ese Deep State tantas veces mencionado en los Estados Unidos y que se considera mueva los hilos de la política institucional. Y lo hace con tonos decididamente fuertes.
“SI NO CUMPLES LAS REGLAS GLOBALES, TE PUEDEN DESTRUIR O HACERTE DESAPARECER”
“Una vez se llega al gobierno”, dice Iglesias en su libro “Verdades a la cara”, “si se intenta hacer algo que está fuera de las reglas globales, evidentemente sí pueden destruir y hacer desaparecer a cualquiera. Pero nosotros éramos – somos – perfectamente conscientes de las reglas de funcionamiento de la economía global”.
Ya os hemos explicado qué son las Hogueras de Alicante. Tras las recién concluidas, nos hemos dado cuenta que no sirve de nada.
Porque las Hogueras son la euforia que invade la ciudad, el tiempo que se detiene, la magia que estalla durante la Noche de San Juan. Las Hogueras son, ante todo, un rito comunitario, popular, auténtico. Son pura emoción y, para comprenderlas, hay que vivirlas.
Las Damas del Fuego que lloran tras el gesto ancestral de encender el fuego, el baño de agua durante la Nit de la Cremà, la emoción por la Mascletá, el constante ruido de los petardos, el olor a pólvora, los amigos, las “barracas“, los desfiles, los espectaculares “Ninots“, la música y el baile por todas las calles, la fiesta día y noche, a todas las edades. Son manifestaciones de un sentimiento que va más allá de las palabras.
Después de todo, os hemos hablado del simbolismo de la fiesta pero, como con cualquier símbolo, las explicaciones racionales sobran. Sólo importan las percepciones y los instintos. El encanto del fuego, el culto del agua, el encuentro del arte y la destrucción, de la muerte y el renacimiento, son los elementos fundamentales de un momento de verdadera catarsis colectiva.
Acostumbrados a una lógica sindical basada en la mera relación entre tiempo y costos laborales, la cuestión del “bienestar psicofísico” en el lugar de trabajo ahora parece importar poco a lo que queda de la izquierda.
Después de todo, habiendo obtenido del capital la elevación generalizada del nivel de vida del trabajador (aunque en detrimento de la igualdad), la izquierda se ha lanzado a otros temas, dejando a los trabajadores a su suerte. Y, abrazando el liberalismo, también ha olvidado la alienación del trabajador, que va más allá de la cuestion de la retribución del trabajo, es inherente a la producción capitalista y tiene una correlación directa con el bienestar psicofísico antes mencionado.
Pero se equivocaría y jugaría el juego del “enemigo”, quien enfocase el tema de Amazon en la intensidad robótica del trabajo, la hipercompetitividad y el método opresivo en la gestión de personal del que muchos culpan a Amazon.
El fanatismo de la productividad, al fin y al cabo, es solo un viejo vicio del capitalismo, que resurge cada vez que las máquinas nos permiten superar nuevos límites y poner a la humanidad a prueba aún más.
Y es siempre y solo la complicidad del Estado lo que lo hace posible. Por ejemplo, con un modelo contractual que no protege al trabajador y promueve la inestabilidad y, por tanto, el chantaje.
Pero las protestas en este sentido se concilian fácilmente: pequeñas concesiones a cambio de grandes ganancias, como siempre ha sido el caso. Con la habitual ilusión de haber solucionado el problema.
En el debate político se habla mucho de la soberanía: esto es porque son necesarias algunas puntualizaciones, considerando que sobre el tema hay mucha confusión, incluso en el mismo frente soberanista.
¿QUE ES EL SOBERANISMO?
Para entenderlo, serian necesarios algunos pasajes:
comprender cuales son, que piensan y cómo se diferencian entre ellos los partidos y los movimientos que simpatizan o se identifican con esta definición;
entender qué características definen un partido de movimiento soberanista según sus detractores;
por último, entender si la referencia al término “soberanía” resulta adecuado o si (y en qué medida) se trata de una mistificación o de una derivación ideologizada de la palabra, redefiniendo así más correctamente el concepto del “soberanismo”, depurandolo de las contingencias.
Todo esto permitirá también explicar porqué el “soberanismo” da miedo y si este miedo es justificado o no. De momento, pero, nos limitaremos a explicar basicamente de que estamos hablando.
En primer lugar, hay que subrayar que todo este nuevo debate nace de la suma de la dialéctica derecha/izquierda tradicionalmente dominante a una creciente contraposición entre soberanistas y anti soberanistas/globalistas, que se acentuó progresivamente junto a una visibilidad aumentada (a partir de la Segunda Guerra Mundial) del poder de los organismos de gobierno supranacionales a nivel mundial.
Estos organismos, en el ámbito de la Unión Europea, se añaden a los continentales, uniendo la cuestión globalista al debate sobre el futuro y la naturaleza de lo que nació como Comunidad Europea.
SOBERANISMO NO ES POPULISMO
Esto ya es suficiente para darse cuenta de la diferencia entre soberanismo y populismo, el cual se funda específicamente sobre la oposición pueblo-élite. De hecho, no parece necesario que el soberanismo reclame esta contraposición, considerando que la soberanía no es de derecha ni de izquierda y las precede. Sin embargo, ambos términos han terminado uniéndose ya que las élites parecen estar completamente alineadas con el frente globalista.
SOBERANISMO NO ES DERECHA
Por la misma razón, no se da por hecho que el soberanismo sea de derecha (y por ello existe un soberanismo de izquierda), aunque en el frente soberanista se encuentra sobretodo la derecha. El resultado es la paradoja por la que la misma izquierda institucional se haya encontrado junto a las élites en el frente globalista, abandonando así su papel (hipotético) de defensor del pueblo y, específicamente de las clases obreras.
SOBERANISMO NO ES RACISMO, NO ES AISLACIONISMO, NO ES CLERICALISMO: ES INDEPENDENTISMO
Esto explica porque la defensa de la soberanía pueda y tenga que preceder, en lugar de sustituir, las ideologías políticas de derecha y de izquierda, considerando que por soberanismo se entiende la oposición al plan de englobamiento de las comunidades nacionales al interior de un orden unificado (a nivel mundial en su máxima expansión). De hecho el soberanismo no es fanatismo nacionalista, no es aislacionismo, no es racismo, no es clericalismo ni obligatoriamente populismo. El soberanismo no es otra cosa que la determinación de conservar la independencia de los pueblos (y de los estados nacionales que se consideran expresion de dichos pueblos). Dicho esto, el debate ideológico permanece totalmente abierto.
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