In un libro scritto a quattro mani con il giornalista Aitor Riveiro, l’ex vicepresidente spagnolo Pablo Iglesias, presta senza dubbio il fianco – direbbe la stampa allineata – alle teorie complottiste, evidenziando in vari passaggi i limiti della politica rispetto ai poteri forti nazionali e transnazionali.
Facendo riferimento agli oppositori di Podemos, movimento di sinistra di cui è stato fondatore nel 2014 e segretario fino al 2021, parla infatti ripetutamente dell’esistenza e dell’influenza sulla politica dello “Stato Profondo”, quel Deep State tante volte tirato in ballo a proposito degli Stati Uniti e che tira le fila della politica istituzionale. E lo fa con toni decisamente forti.
“SE NON RISPETTI LE REGOLE GLOBALI, POSSONO DISTRUGGERTI O FARTI SPARIRE”
“Una volta che si arriva al governo”, afferma Iglesias nel suo libro Verdades a la cara, “se si prova a fare qualcosa che sta fuori dalle regole globali, chiaramente possono distruggere o far sparire chiunque. Ma noi eravamo – siamo – perfettamente consapevoli delle regole di funzionamento dell’economia globale”.
Acostumbrados a una lógica sindical basada en la mera relación entre tiempo y costos laborales, la cuestión del “bienestar psicofísico” en el lugar de trabajo ahora parece importar poco a lo que queda de la izquierda.
Después de todo, habiendo obtenido del capital la elevación generalizada del nivel de vida del trabajador (aunque en detrimento de la igualdad), la izquierda se ha lanzado a otros temas, dejando a los trabajadores a su suerte. Y, abrazando el liberalismo, también ha olvidado la alienación del trabajador, que va más allá de la cuestion de la retribución del trabajo, es inherente a la producción capitalista y tiene una correlación directa con el bienestar psicofísico antes mencionado.
Pero se equivocaría y jugaría el juego del “enemigo”, quien enfocase el tema de Amazon en la intensidad robótica del trabajo, la hipercompetitividad y el método opresivo en la gestión de personal del que muchos culpan a Amazon.
El fanatismo de la productividad, al fin y al cabo, es solo un viejo vicio del capitalismo, que resurge cada vez que las máquinas nos permiten superar nuevos límites y poner a la humanidad a prueba aún más.
Y es siempre y solo la complicidad del Estado lo que lo hace posible. Por ejemplo, con un modelo contractual que no protege al trabajador y promueve la inestabilidad y, por tanto, el chantaje.
Pero las protestas en este sentido se concilian fácilmente: pequeñas concesiones a cambio de grandes ganancias, como siempre ha sido el caso. Con la habitual ilusión de haber solucionado el problema.
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Abituati ad una logica sindacale basata sul mero rapporto tempo/costo del lavoro, la questione del “benessere psico-fisico” sul posto di lavoro sembra ormai importare poco a quel che resta della sinistra.
Del resto, ottenuto dal capitale l’innalzamento generalizzato del livello di vita dell’operaio (pur a discapito dell’uguaglianza), la sinistra si è buttata su altri temi, lasciando i lavoratori al proprio destino. E, abbracciato il liberismo, ha archiviato anche la questione relativa all’alienazione del lavoratore, che va al di là della retribuzione del lavoro, è insita nella produzione capitalista ed ha diretta correlazione con il benessere psico-fisico di cui sopra.
Ma si sbaglierebbe e si farebbe il gioco del “nemico”, focalizzando la questione Amazon sull’intensità robotica del lavoro, l’iper-competitività e il metodo oppressivo nella gestione del personale che molti rimproverano ad Amazon.
Il fanatismo della produttività, del resto, è solo un vecchio vizio del capitalismo, che risorge ogni volta che le macchine permettono di superare nuovi limiti e mettono l’uomo ancora più a dura prova.
Ed è sempre e solo la complicità dello Stato a renderlo possibile. Ad esempio con un modello contrattuale che non tutela il lavoratore e ne favorisce l’instabilità e, quindi, la ricattabilità.
Ma le proteste in questo senso sono facilmente conciliabili: piccole concessioni in cambio di grandi profitti, com’è sempre stato. Con l’illusione solita di aver risolto il problema.
Per anni, decenni, secoli la rivoluzione è stata il sogno dei giovani più entusiasti, un sogno dipinto generalmente considerato “di sinistra”. Ma quindi solo la “sinistra” è rivoluzionaria? Ed i giovani sono ancora quegli entusiasti sognatori della rivoluzione come nel passato passato o la cultura della “resilienza” ha tolto loro il fascino della ribellione? Cosa c’è all’origine di una rivoluzione? E, per finire, nell’epoca dell’intelligenza artificiale, è ancora possibile fare “la rivoluzione”?
En el debate político se habla mucho de la soberanía: esto es porque son necesarias algunas puntualizaciones, considerando que sobre el tema hay mucha confusión, incluso en el mismo frente soberanista.
¿QUE ES EL SOBERANISMO?
Para entenderlo, serian necesarios algunos pasajes:
comprender cuales son, que piensan y cómo se diferencian entre ellos los partidos y los movimientos que simpatizan o se identifican con esta definición;
entender qué características definen un partido de movimiento soberanista según sus detractores;
por último, entender si la referencia al término “soberanía” resulta adecuado o si (y en qué medida) se trata de una mistificación o de una derivación ideologizada de la palabra, redefiniendo así más correctamente el concepto del “soberanismo”, depurandolo de las contingencias.
Todo esto permitirá también explicar porqué el “soberanismo” da miedo y si este miedo es justificado o no. De momento, pero, nos limitaremos a explicar basicamente de que estamos hablando.
En primer lugar, hay que subrayar que todo este nuevo debate nace de la suma de la dialéctica derecha/izquierda tradicionalmente dominante a una creciente contraposición entre soberanistas y anti soberanistas/globalistas, que se acentuó progresivamente junto a una visibilidad aumentada (a partir de la Segunda Guerra Mundial) del poder de los organismos de gobierno supranacionales a nivel mundial.
Estos organismos, en el ámbito de la Unión Europea, se añaden a los continentales, uniendo la cuestión globalista al debate sobre el futuro y la naturaleza de lo que nació como Comunidad Europea.
SOBERANISMO NO ES POPULISMO
Esto ya es suficiente para darse cuenta de la diferencia entre soberanismo y populismo, el cual se funda específicamente sobre la oposición pueblo-élite. De hecho, no parece necesario que el soberanismo reclame esta contraposición, considerando que la soberanía no es de derecha ni de izquierda y las precede. Sin embargo, ambos términos han terminado uniéndose ya que las élites parecen estar completamente alineadas con el frente globalista.
SOBERANISMO NO ES DERECHA
Por la misma razón, no se da por hecho que el soberanismo sea de derecha (y por ello existe un soberanismo de izquierda), aunque en el frente soberanista se encuentra sobretodo la derecha. El resultado es la paradoja por la que la misma izquierda institucional se haya encontrado junto a las élites en el frente globalista, abandonando así su papel (hipotético) de defensor del pueblo y, específicamente de las clases obreras.
SOBERANISMO NO ES RACISMO, NO ES AISLACIONISMO, NO ES CLERICALISMO: ES INDEPENDENTISMO
Esto explica porque la defensa de la soberanía pueda y tenga que preceder, en lugar de sustituir, las ideologías políticas de derecha y de izquierda, considerando que por soberanismo se entiende la oposición al plan de englobamiento de las comunidades nacionales al interior de un orden unificado (a nivel mundial en su máxima expansión). De hecho el soberanismo no es fanatismo nacionalista, no es aislacionismo, no es racismo, no es clericalismo ni obligatoriamente populismo. El soberanismo no es otra cosa que la determinación de conservar la independencia de los pueblos (y de los estados nacionales que se consideran expresion de dichos pueblos). Dicho esto, el debate ideológico permanece totalmente abierto.
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