
En un libro escrito junto con el periodista Aitor Riveiro, el exvicepresidente español Pablo Iglesias valida sin duda las (que la prensa alineada llamaría) teorías conspirativas, destacando en varios pasajes los límites de la política respecto de las potencias nacionales y transnacionales.
Refiriéndose a los opositores a Podemos, movimiento de izquierda del que fue fundador en 2014 y secretario hasta 2021, habla reiteradamente de la existencia e influencia en la política del “Estado Profundo”, ese Deep State tantas veces mencionado en los Estados Unidos y que se considera mueva los hilos de la política institucional. Y lo hace con tonos decididamente fuertes.
“SI NO CUMPLES LAS REGLAS GLOBALES, TE PUEDEN DESTRUIR O HACERTE DESAPARECER”
“Una vez se llega al gobierno”, dice Iglesias en su libro “Verdades a la cara”, “si se intenta hacer algo que está fuera de las reglas globales, evidentemente sí pueden destruir y hacer desaparecer a cualquiera.
Pero nosotros éramos – somos – perfectamente conscientes de las reglas de funcionamiento de la economía global”.
Si Podemos ha llegado al Gobierno, observa, es porque su programa “llegaba hasta donde puede llegar un programa en el contexto geopolítico de España”.
El Estado Profundo – resume Iglesias – sin duda se puso en contra de Podemos porque “vieron que queríamos disputar el poder”, pero se pudo llegar al gobierno porque fundamentalmente el programa del partido y su participación en el gobierno no cuestionaba intereses geopolíticos y economicos indiscutibles.
Al fin y al cabo, apunta Iglesias, “el poder actual es un poder cada vez más dependiente del exterior” y “es cierto que cada vez hay menos capital patrio”.
“Eso es el poder de verdad, las dinámicas geopolíticas”, añade el ex catedrático universitario, licenciado en Ciencias Políticas y retirado de la política tras la derrota en las elecciones en la Comunidad de Madrid.
“Sabíamos”, dice en el párrafo “El estado profundo fuera de control”, “que la ofensiva iba a ser brutal. Incluso que podría haber sido peor. Que nos mataran, que nos eliminaran. Es algo que ha ocurrido muchas veces en la historia”. “A lo mejor”, añade poco después, “tenemos que dar gracias de que no nos hayan pegado un tiro y lo hayan presentado después a los medios de comunicación como un ajuste de cuentas entre clanes mafiosos o una vendetta de iraníes o venezolanos”.
ESTADO PROFUNDO: UNA ESTRUCTURA DE PODER CON DISTINTOS NIVELES, CADA VEZ MÁS DEPENDIENTE DEL EXTERIOR
“En la guerra sucia contra Podemos”, dice, “han confluido tres ramas del Estato Profundo: la judicial, la policial y la mediática”, explica al comienzo del capítulo titulado “Los límites de la política”.
El Estado Profundo, en la descripción que da, es una élite unida por relaciones interpersonales favorecidas por un contexto sociocultural común, formada por altos funcionarios del poder judicial, militar y político, exponentes de grandes empresas privadas y medios de comunicación: “una estructura de poder que tiene diferentes niveles y donde el Estado es crucial”.
“EL PODER QUIERE REVOLUCIONARIOS FUERA DEL ESTADO”
Los programas de la izquierda actual, prosigue Iglesias, no perturban demasiado los intereses del gran capital y poco se puede hacer al respecto.
“Si puedes”, responde el exdirigente a quienes objetan la moderación de su partido, “cámbialo tu [el sistema, ed.] con la revolución armada que tiene aterrorizado al gran capital. Pero si tu revolución da menos miedos a los empresarios que subir el SMI, a lo mejor el problema no está en ser reformista o revolucionario, sino en el poder que tenemos para cambiar las cosas”.
“La política”, concluye, “no va de las ideas que tenemos, sino del poder que podemos acumular para llevarlas a cabo. Las ideas revolucionarias sin poder revolucionario, no sirven para gran cosa y, si se llegan a convertir en una de las miles de religiones posmodernas, pueden incluso resultar funcionales al poder.
El poder quiere a los revolucionarios lejos del Estado, lejos de los medios y en general lejos del poder. Precisamente porque, si se están lejos, dejan de ser revolucionarios”.
Emmanuel Raffaele Maraziti
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